TODO SOBRE LA SALUD FEMENINA

Presión social femenina

Cuando hablo de presión social, me refiero a la influencia que las percepciones, actitudes y expectativas que un grupo tiene sobre el comportamiento y las actitudes de cada persona.  Es la sensación de que una debe ajustarse a las normas y expectativas de un grupo para ser aceptada o encajar.

Siendo justas, a veces, la presión social puede ser positiva, en el sentido de que puede animar a las personas a comportarse de forma beneficiosa para sí mismas y para la sociedad, como obedecer las leyes, respetar a los demás y ser honestas. Sin embargo, también puede conducirnos a adoptar comportamientos perjudiciales o arriesgados. Incluso, podría conducirte a ir en contra de tus propios valores y creencias para encajar en un grupo. ¿Te suena familiar esto?

La presión social puede proceder de diversas fuentes -incluso contradictorias entre sí-, como la familia, los amigos, los compañeros y la sociedad en general. Puede expresarse de muchas formas, como la persuasión verbal, las señales no verbales y el uso de recompensas y castigos.

Es normal sentir la presión social de ajustarse a las normas y expectativas de los grupos a los que pertenecen, y también lo es sentirnos incómodas o ansiosas si no lo hacemos.

¿Qué puedes hacer si te sientes presionada?

Reconoce que es normal sentir esa presión en situaciones sociales, y que está bien sentirse abrumada a veces. Es importante cuidarse y dar prioridad al propio bienestar. ¿Tu cuerpo te está gritando que no quiere ir a una reunión, pero sientes culpa y ansiedad por faltar? Dale prioridad a sentirte bien, si ir te hace sentir mal, no vayas.

Practica el autocuidado y aprende a establecer límites. Esto puede incluir tomarse descansos, decir no a peticiones (incluso si siempre has dicho que sí) y dedicar tiempo a actividades que aporten alegría y relajación y ser complaciente contigo misma.

Busca el apoyo de amigos, familiares (cuando no son la fuente de presión) y en la medida de tus posibilidades, una terapia  o consejo profesional. Puede ser útil hablar de los sentimientos y experiencias con alguien que no juzgue y apoye.

Recuerda que cada persona es única y que no pasa nada por ser diferente. Es importante ser fiel a una misma y no sentir la necesidad de ajustarse a las expectativas sociales o a las comparaciones con los demás.

Otra buena idea es practicar la atención plena; intenta centrarte en el momento presente. Esto puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, así como a poner las cosas en perspectiva.

Considera la posibilidad de buscar actividades o aficiones que te aporten una sensación de propósito y satisfacción. A mí esto me ha ayudado a contrarrestar los sentimientos de presión o estrés y también me da una sensación de logro y satisfacción.

¿Cómo saber si la presión social está pasándole factura a tu salud?

La presión social puede manifestarse de muchas maneras en forma de estrés. Algunas personas pueden sentirse abrumadas por las exigencias de los demás y sentirse presionadas para ajustarse a determinadas expectativas o comportamientos. Otras pueden sentirse ansiosas por causar una buena impresión a los demás o por ser juzgadas o evaluadas. En mi caso: he dejado de asistir a citas o eventos, estando ya lista para salir, por ansiedad de sentirme así. Otras pueden sentirse aisladas o sin apoyo cuando se enfrentan a la presión social. Puede ser difícil determinar qué expresión del estrés es la más dura o la peor, ya que puede variar mucho de una persona a otra. A algunas personas les puede resultar más fácil enfrentarse a un tipo de estrés, mientras que a otras les puede resultar más difícil. Es importante que las personas identifiquen sus propios desencadenantes -o triggers- de estrés y encuentren formas saludables de gestionarlos.

¿Cómo pongo límites?

Es importante poner límites en las relaciones para sentirse respetado y valorado. Al mismo tiempo, también es importante ser considerado con las necesidades y sentimientos de las personas que te importan. He aquí algunos consejos para encontrar el equilibrio:

  • Comunícate con claridad: Asegúrate de comunicar de forma clara y directa tus límites a las personas que te importan… antes de explotar. Explotar de ira te hará sentir culpable, no quieres eso. Sí, por ejemplo, no deseas que te toquen un tema puntual (elige uno de la lista: críticas a tu peso o tu apariencia, a la ausencia de una pareja estable, la maternidad, cuestionamientos sobre tu trabajo o tu vida académica), diles claramente, que es un tema del que no quieres que te vuelvan a hablar más. No tienes que dar mayores explicaciones.

 

  • Sé perseverante y ten paciencia. No esperes recibir un premio, ni flores ni reconocimientos por poner límites (o tal vez sí, pero no lo estás haciendo para que otros te validen). Es posible que se burlen, te invaliden e insistan. Es posible que debas repetir más de una vez lo que no vas a tolerar. Es posible que debas abandonar personas y espacios. Ser congruente es todo un proceso. Ten paciencia y honra tu decisión de no aceptar más abusos ni más presión. No es fácil, y la única que se tiene que sentir orgullosa de ti, eres tú misma.

 

  • A veces, lamentablemente, la solución no está en cambiar a los demás, sino en lograr que deje de importarte a ti. Es duro, pero sobre todo cuando se trata de presiones y abusos de personas mayores en tu familia, es bastante probable que nunca dejen de activar tus triggers. Allí los límites no residen entonces en negociar con estas personas, sino en trabajar contigo misma y dejar de permitir que la situación te afecte y te haga daño, incluso si eso supone saltarse algunas reuniones familiares. Hay gente que quieres, que no va a cambiar. Apesta, lo sé.

 

  • Recuerda que el amor propio no se trata de convertirte en una pequeña déspota que se cree poseedora de la verdad absoluta; debes mantenerte abierta a entender la perspectiva del otro, reconecta con el punto uno, plántate en la comunicación. Escucha las críticas, no todas las críticas son presiones o ataques. A veces las personas que nos aprecian son entrometidas porque “están preocupadas”, porque detectan algún patrón dañino en tu conducta, y es posible que haya algo que desde afuera están viendo, que te convenga escuchar. No te cierres, no te aísles. Encuentra el balance.

 

  • Practica el autocuidado: Cuidar de uno mismo es importante para mantener relaciones sanas. Asegúrate de dar prioridad a tus propias necesidades y bienestar, y no tengas miedo de establecer límites que te ayuden a hacerlo. Si alguien externo te ha ayudado a ver algo de ti misma que quisieras transformar, o tú misma has entendido algo importante de ti que deseas evolucionar, pues ve a por ese cambio, pero hazlo porque te amas, y nada más.

 

  • Busca apoyo: Si te cuesta establecer o mantener límites, considera la posibilidad de buscar el apoyo de un terapeuta o de un amigo o familiar de confianza. Pueden ayudarte a superar los problemas a los que te enfrentas.

 

Recuerda que está bien poner límites y que es importante hacerlo para tener relaciones sanas y satisfactorias, que no estén basadas en los prejuicios y las presiones sociales. Con práctica y comunicación, puedes encontrar el equilibrio y mantener relaciones sólidas con las personas que te importan… y sacar de tu vida con contundencia, a las que no te están respetando ni están honrando tu viaje de crecimiento personal.

 

María Cano, Periodista – Arediana

Arediana
Author: Arediana

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